Asiduo frecuentador de las provincias de Salta y Jujuy, el doctor Ernesto Padilla (1873-1951), ilustre tucumano, no desperdició ocasión para gestionar monumentos que pusieran de relieve su historia y su tradición. Así, en 1928, advirtió que la Quebrada de Humahuaca estaba marcada por cierto hecho geográfico que la caracterizaba, acaso sin que los habitantes de la misma se hayan apercibido. Se refería a que por allí pasa el Trópico de Capricornio.
Como lo narra su biógrafo Guillermo Furlong, el doctor Padilla tomó primero contacto con los geógrafos militares que estaban levantando planos en la zona, hasta interesarlos en la fijación sensible y ostensible del Trópico, cosa que nadie había pensado hasta entonces. Obtuvo luego que se trasladaran hasta allí científicos castrenses. Estos precisaron "el punto por donde pasa de paralelo 23º 26' 55'' al sur del Escuador, en su cruce con la vía férrea, que va de norte a sur".
El lugar se fijó 1.250 metros al sur de la estación Huacalera, ubicada a unos 2.800 metros de altura sobre el nivel del mar. Allí se construyó primero un monolito de piedra blanca, con la figura zodiacal de Capricornio, la cabra saltarina. Pero, como lo tapaban los muchos arbustos del paraje, Padilla logró en mayo de 1938 la partida presupuestaria correspondiente del Ministerio de Obras Públicas para levantar un sobrio monumento con una gran explanada, de acuerdo a los adecuados conceptos astronómicos, geodésicos y geográficos".
De ese modo, se erigió un alto triángulo de mampostería que, como cuña, emerge desde el suelo, estando su filo exactamente orientado de Este a Oeste para que, entre el 21 y 23 de diciembre de cada año, no proyectara sombra alguna.
Fuente: La Gaceta
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